Otra noche.

Oscureció y me perdí en tu noche. Marchitando el suelo a cada paso como el que sabe que no tendría sentido volver por ellos, aunque lo haga y me falle.. Al menos no me lo pondré fácil.
Las sombras no entienden de formas, sólo se adaptan y sobreviven. Otra vez vuelvo a sentirme como ellas, esbozando una silueta de alguien que no soy ante los ojos de quienes no me importan. Ya ni siquiera sé que ojos deberían importarme. Me siento como aquel niño encerrado en la caverna, consciente de que algún día las conjeturas vendrán a visitarme y todo volverá a resultarme extraño.
No amanece. El tiempo se muere y arrojo el reloj contra la pared para evadir esa idea antes de que me lleve con él. Soy cómplice de su fuga y no hay coartada que me salve. Sólo me falta una mirada que me incrimine y rezó porque no llegue. Su dolor me haría demasiado vulnerable.
Perdimos la luna llena como la pierde el sol cada vez que renace. Quizás ya sea demasiado tarde y no me queden fuerzas para perdonarte. Quizás no puedo perdonarme a mi por quererte.. No sé si no tengo corazón o ya está demasiado roto. Sea como sea, sus restos no les pertenecen a nadie.
Me enciendo el quinto en ayunas y no me llena.. Pero al menos consigue evadirme. Eso es más de lo que consigue cualquiera y creo que debería acostumbrarme. Quien busca esperanza, muere a ciegas. Yo lo haré ciego, pero al menos con un buen sabor de boca.
La luna comienza a dejarme, pero sólo por otra noche. Odio al sol por quitármela aunque no pueda culparle. Esperaré dormido mientras vuelve, como quien no encuentra el sentido de las cosas porque vive añorando a una ausencia.
Supongo que ya es tarde y me despido de ella antes de que se marche. Nunca me gusto largarme sin despedirme.. Como nunca me gusto fallarme, aunque lo hice. El cielo se aclara y observo el hueco de mi cama un instante. Supongo que nunca faltó nadie.. O, por lo menos, nadie intentó ocuparle. Pero la luna ya se ha ido y todo carece de importancia. Hemos vuelto a perderla pero no importa, mañana será otra noche.