Aionios



Domingo.
Putos domingos.
De jodidos domingos y domingos tan jodido.

¿Cuándo te hiciste odiar tanto? ¿Cuándo aprendí a odiar?

Quiso robar las horas, los minutos, los segundos uno por uno, como si fuese a doler el tiempo.
Quiso concluir la historia acabando con esas ganas de vivir tan ridículas.
Mira por la ventana. El cielo está gris y, joder, hipnotiza.
Sonríe, qué irónico. En sus pupilas se reflejaba la claridad de una nebulosa.
Se coloca la pistola en la sien. Está fría.
Cierra los ojos y coge aire profundamente.
Una voz (esa voz) en su cabeza retumba << Dispárame si te atreves... >>
Aprieta el gatillo, una y otra vez, como queriendo callar los susurros.
Lágrimas ahogadas en absoluto silencio cayendo por su mejilla conteniendo la ambigüedad del mundo, el terror de su psique.
Tan roto por fuera como por dentro, ya perdido todo ápice de fuerza, abre los ojos y se derrumba.
Nunca la vida había pesado tanto.
De pronto, el aire escapando de sus pulmones, no supo discernir cuánto tiempo olvidó respirar.

Sintió que la voz en su cabeza sonreía a la vez que musitaba << Hoy no, quizás otro domingo... >>

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